29/1/09

Cuando el pobre lava, llueve.


Comenzaban ya más temprano las frías tardes de diciembre, propio del Caribe en general y de Caripito en particular. A veces la lluvia era copiosa y persistente. No eran pequeñas nubes, más bien lo comentarios eran, “lo que viene es enea“, pues a veces el cielo gris nos anunciaba un mal tiempo para largo rato.
Crescencio y José Gómez de la calle Sucre, junto a Elvis Flores, Cheo –hijo de Luis el sastre- y Rubén Marcano, el esposo de Carmela D`Silva andaban de parrandas con sus respectivos cuatros, furrucos y tambora en mano.
La tertulia, la comenzamos en casa de Juan Rodríguez, en el sellado de 5 y 6 que funcionaba frente al Princesa, el cine quemado. Cada fin de semana era como una especie de ritual, acudir a jugar su cuadrito, y por supuesto para intercambiar opinión de los últimos datos y las famosas líneas, que no perdían con nadie, al menos eran los comentarios.
Los datos buenos casi siempre venían de los hermanos Lárez, que tenían contactos con el Stud Azagua. Cada domingo era obligado escuchar las carreras trasmitidas desde la Rinconada-Caracas, y hacer los comentarios de rigor con Manuel Jiménez y el bachiller Castillito.
En el sellado se fueron sumando adeptos, pues mientras unos jugaban sus cuadros, otros compartíamos unas frías. Simón “Tito“ Marcano (quien aprovechaba de dormir una pestañita) también su hermano Hernán y el hijo de Mariana Palma, se sumaban al grupo.
Así que las canciones pasaban de un polo margariteño, combinado con una buena gaita zuliana del Gran Coquívacoa, o el cazador novato, siempre tan bien interpretado por mi amigo Carlos Pibernat, nunca dejando de lado a nuestro querido Simón Díaz. El conjunto Padre Pérez en ese tiempo estaba en pleno apogeo.
La media noche se hizo presente y el silencio no reinaba, muy por el contrario y con ganas de seguir sumado a la parranda, Nerco Marcano y su compadre Franklin Navarro, se aparecieron con dos cavas full de cervezas y un par de frascos de ron añejo. Así que bajamos la escalinata de la Calle Piar, la famosa esquina de mis amigas Martha y Rossana Subero, las enanas, llegando a la esquina caliente de Calle Márquez, donde fuimos interceptados por mi hermano Martín Vásquez para luego seguir hasta casa de Celeide Marcano y su cuñado Gastón Mata que celebraban una fiesta a Moncho Brito. De ahí era un paso obligado por casa de Tello, Brisas de Margarita antes de enrumbar a la Plaza Boyacá.
El sábado hacía rato pertenecía al día anterior, así que tipo cinco de la madrugada, pasamos por casa de Pedrito Ortega, que vivía junto a Lourdes Milano y Jorge Serrano, en la que fuera casa de Alí Mata.
Fue la primera y única vez que canté serenata. Por una ventana se aparecieron Yohannis y Dorelys, mi futura familia. Nos brindaron una botella de ponsigué preparado en casa y nos despacharon. Con nostalgia, aún recuerdo la letra de la improvisada canción que me tocó cantar a mi novia de siempre, más tarde, la madre de mis hijas Yohannel y Yohannis .
El Mercado Municipal ya había comenzado su habitual bullicio, comerciantes mayoristas apostados por un lado, mientras las cortinas metálicas de las carnicerías eran aperturadas para atender a los primeros clientes. Por su parte nuestra querida Negra Benita preparaba sus ricos sancochos mañaneros y al otro extremo Silvia Elena, preparaba sus arepas, ensaladas mixtas y ese sabroso pescado frito.
Jóvenes y con mucha energía, decidimos alquilar una camioneta que nos llevó a la Poza de Azufre. Como bien es sabido ese olor expedido del amarillento mineral, produce náuseas al comienzo, pero paulatinamente se va haciendo parte de nuestro ambiente, o mejor dicho nosotros vamos siendo parte de él. Enrique Acosta amigo de todos los presentes, se presentó con un café negro de Caripe Viejo, y un cuartito de agua ardiente.
Tipo medio día se aparecieron los hermanos Yoel y Hernán Delpino, junto a Luis Barrios y Ricardo Guzmán, no sólo cargaban sus rectangular cajita de anime, también traían ya preparado y a punto de candela, un tremendo bagre amarilllo, que les había conseguido mi compadre Henry “Coppa“ Figueroa. Las verduras fueron nuestro trabajo. Una bandeja con ocumo chino, yuca asada y un rico casabe de Los Mangos, cortesía de Trino Rojas.
A pesar del cansancio y el ajetreo, nos bañábamos para seguir en pie de guerra. Por la tarde, pasadas las siete nos llegó la noticia que el viejo Eduardo de la Urra -mi padre-, había acertado su cuadro de 5 y 6.
Nos regresamos a Caripito para festejar la gracia. El viejo muy contento optó por hacer un brindis de rigor, por tan especial ocasión.
Nos ubicamos en El Ranchito, Club Social Marino, nos bebimos varios tercios, contando con la ganancia del cuadrito. Toda la alegría se nos vino abajo cuando nos enteramos de los resultados oficiales y los premios a repartir a duras penas llegaban a unos seiscientos bolívares, Pero la cuenta ya había pasado los ochocientos. Don Víctor Flandinette reía a carcajadas, y la rokola con un fondo musical de Oscar de león, “Llorarás, llorarás“ mientras el viejo Eduardo sólo acudía a su refrán favorito “Cuando el pobre lava, llueve“ tan contento de haber acertado, y sólo habían ganado favoritos, haciendo mínimos los premios a repartir.

Dedicado a Eduardo de La Urra: Gracias, padre, porque aún estás conmigo.

1 comentario:

  1. acabo de vivir a través de sus letras pequeños retazos de cosas vistas por mi en mi infancia, yo a pesar de la corta edad que tenía recuerdo aquellas tardes cuando se ponían a practicar con el grupo aguinaldero en el patio de mi casa, al lado de PRESENTA CAMPOS o a "parrandear" en la esquina de la iglesia de Caripito arriba, o frente a la casa de Carmela, yo pequeñita jugaba con sus hijas, Niurka y Carolina, no se quién es usted, pero conozco a la mayoría de los personajes que aqui menciona, y estoy casi segura que mi padre Virgilio Suárez y su gran amigo Luis Córdoba "Guicho" algún día también lo acompañó. Caripito tiene mucho de aquellos tiempos en esa gente que aún mantienen su amistad, y aunque hay unos que ya no están (Rubén Marcano, Sosa...) han dejado en mi una huella y una lección de amistad imborrables. FUERON; SON Y SERÁN AMIGOS POR SIEMPRE. yo de pequeña aprendí... EL VALOR DE UNA VERDADERA AMISTAD ES INCALCULABLE... gracias a usted por hacerme volver a tan especiales recuerdo, gracias a mi papá por regalarmelos

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